domingo, 26 de agosto de 2007

Esta mañana tuve que contener mis ganas de llorar, intentaba inconscientemente retenerlo el máximo tiempo posible. Siempre me gustó cómo me miraba, me hacía sentir que todo desaparecía alrededor, me encantaba besarlo en la punta de la nariz y cómo me sonreía cuando lo hacía. Siempre me mentía diciéndome verdades, y siempre quise creérmelas. Y esta mañana sentí pena, por nosotros, por todo lo que no íbamos a hacer. A veces me daba miedo mirarlo tan fijamente porque me daba la sensación de que me leía el pensamiento, quizás lo hacía y por eso me trataba así. Supongo que cuando algo no puede ser, no puede ser y punto, de nada sirve darle muchas vueltas. Ahora ya puedo llorar.

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